Projeto DHnet
Ponto de Cultura
Podcasts
 
 Direitos Humanos
 Desejos Humanos
 Educação EDH
 Cibercidadania
 Memória Histórica
 Arte e Cultura
 Central de Denúncias
 Banco de Dados
 MNDH Brasil
 ONGs Direitos Humanos
 ABC Militantes DH
 Rede Mercosul
 Rede Brasil DH
 Redes Estaduais
 Rede Estadual RN
 Mundo Comissões
 Brasil Nunca Mais
 Brasil Comissões
 Estados Comissões
 Comitês Verdade BR
 Comitê Verdade RN
 Rede Lusófona
 Rede Cabo Verde
 Rede Guiné-Bissau
 Rede Moçambique


ENTREVISTA A LEONARDO BOFF
Una cosmovisión nacida desde muy abajo...

Sergio Ferrari

A. “Al planeta lo salvamos entre todos o no lo salva nadie” (L. Boff)

Introducción

La actual lógica dominante arrastra al planeta a un callejón sin salida. Un sistema desnaturalizado y deshumanizado; gran parte de la población mundial condenada a la miseria; la naturaleza jaqueada por el ansia ilimitada del beneficio de unos pocos y la rentabilidad...

Todos, rasgos preocupantes de un presente que exige re-flexión y compromiso, al decir de Leonardo Boff, relevante teólogo brasileño y uno de los pensadores latinoamericanos más fecundos en la actualidad.

En su propia elaboración cotidiana parecieran no existir espacios descubiertos. Desde lo cósmico y universal hasta la filosofía de la existencia, pasando por la naturaleza, la sociología, la política y la historia. Sin olvidar la musicalidad de su pueblo. Y la sorpresa casi infantil que experimenta Boff ante todo lo nuevo y su propia risa –amplia e irreverente–, ingredientes incondicionales de cualquier diálogo que con él se entable.

Rasgos suficientes como para que, a pesar de la cruda constatación de la encrucijada planetaria, nunca falte en su análisis el condimento de esperanza, la apuesta a la capacidad transformadora, el protagonismo de los pueblos y de los pobres, la confianza en la historia.

“Los lobos se están devorando entre ellos”, sentencia al mirar hacia arriba y entrever un norte geográfico incapaz de producir alternativas serias. Para Boff, el fin de la historia no es más que una bravuconada del pensamiento occidental, donde el paradigma del progreso ha entrado definitivamente en entredicho.

A los 61 años, con más de sesenta libros escritos y con un férreo compromiso social en su país de nacimiento, las pausas “sabáticas” que proyecta para los primeros meses del 2000 son el pretexto para recuperar espacios de pensamiento y escritura.

“Me desconectaré de todo. Estoy en una época de gran stress. No quiero hacer nada... Me propongo solamente terminar dos próximos libros que ya están bien avanzados”, advierte en un lenguaje tan surrealista como fascinante. Como si para Boff - uno de los “padres” promotores de la teología de la liberación - pensar fuera un juego, y escribir, un simple capricho del compartir humano.

P: En diciembre pasado estuvo en Suiza, nada menos que en un seminario organizado por la Fundación “Novartis”, gran multinacional químico-farmacéutica...

R: En efecto. La Novartis, que tiene una Fundación para desarrollo sostenible, me invitó a un debate sobre ese tema, es decir la cooperación para el desarrollo en el siglo XXI. Hay que precisar que esa Fundación sostiene gran parte de nuestro proyecto con niños de la calle y otros grupos marginados en Petrópolis y lo hace viable.

Cualquier diálogo puede ser siempre útil. Dije en mi intervención que no creo en el concepto tan usado de desarrollo sostenible. Que lo entiendo como una trampa del capitalismo para asimilar el discurso ecológico y crear condiciones para que no triunfe. Incluso, que la teología de la liberación nació como alternativa a ése y otros conceptos de dominación... ¡Siempre es sano el debate de ideas!

P: ¿Para sostener su proyecto en Brasil la Novartis ha puesto condiciones?

R: Ninguna. ¡La única condición que aceptamos es que no haya condiciones! Para que aceptemos un apoyo es imprescindible que los donantes respeten nuestra pedagogía, nuestras concepciones y definiciones, que tienen como único referente la perspectiva de los pobres.

P: ¿Puede haber puntos de vista comunes entre un teólogo de la liberación y una fundación “transnacional”?

R: Muchas veces, en estos encuentros, los promotores intentan llegar a convergencias. No siempre es un ejercicio posible. Yo aclaré que vengo del “Gran Sur”, donde están las víctimas más notorias del mercado, los sectores que la teología de la libe-ración pone en su mero centro... Estoy convencido de que vivimos un  momento  particular del  planeta. No  pienso que hoy por hoy sea posible repetir el “Arca de Noé” donde se salvarán sólo algunos... Hay que dialogar, es imperativo, porque al planeta lo salvamos entre todos o no lo salva nadie. Y si no lo salva nadie, ¡nos ahogamos todos!

P: La lucha para evitar que el planeta se autodestruya, parece haber sido el estímulo principal de la gran movilización ciudadana de inicios de diciembre en Seattle y en otros lugares del globo... Contra más y más libera-lización y para frenar la Ronda del Milenio... 

R: Resulta incomprensible cómo la especulación financiera se haya convertido en una actividad mucho más importante que la misma producción... 6 mil millones de dólares circulan en las bolsas cada cuatro días. En gran medida ¡pura especulación!

Un sistema que ha mercantilizado todo. Desde la sangre, hasta los órganos, el agua, los recursos naturales... Si seguimos con esta lógica acabaremos con el planeta, porque se van desvaneciendo los valores sociales, de solidaridad, de compartir.

P: ¿Y se acaba el hombre mismo?

R: Dramático. Podemos leer en periódicos de Brasil anuncios de gente que pone a la venta ¡un riñón! Sería incluso un escándalo para el mismo Marx, que ni se imaginó que se llegaría a este nivel. Porque, en su concepción, la explotación generaba la ganancia... Pero ahora la riqueza surge de la especulación, de la droga, de la venta de órganos y de armas... Formas todas de verdadera perversión de la economía. La economía siempre fue la gestión de las necesidades de la “casa” (sociedad, mundo). Pero ahora se ha convertido en pura gestión de dinero para producir más dinero.

P: Con una circulación de capitales especulativos que supera ampliamente la producción...

R: En efecto. Si en los años setenta, el 30% correspondía a la circulación y un 70% a la producción, en 1995 se han invertido los parámetros. Estamos palpando síntomas de la gran crisis. Acabo de leer que el 70% de los estadounidenses invierten en la bolsa[1][1]. Esto no puede seguir así... ¡Va a explotar!

P: ¿Cómo se ubica, en cuanto teólogo, humanista y militante, frente a esos síntomas de crisis?

R: Espero mucho que esto no se produzca de forma brusca porque significará la muerte de millones de personas. Quisiera que a este sistema irracional lo vayamos estrangulando de a poco. Y que, mientras tanto, podamos crear alternativas para asegurar la vida. Pero este sistema, como tal, lleva tanto a la humanidad como a la naturaleza a un impasse. Nos amenaza a todos, sin excepción. Todos somos víctimas por igual, ricos y pobres, del sistema globalizado. Y esto me parece importante. Siento que incluso muchos poderosos de la tierra se dan cuenta de esta verdad.

P: Reflexión que aparece como muy dramática. Me pregunto si en otros momentos de la historia, como en la etapa de la revolución burguesa, no existía también el sentimiento fatalista de que el cambio sumergiría a  todos...

R: El problema ahora es que esta lógica ha ocupado todos los espacios. Antes convivían diferentes formas de producción: familiar, cooperativa, mixta. Ahora sólo el monopolio del mercado. Cuando los trabajadores rurales sin tierra del Brasil intentan crear cooperativas, ni el Estado ni los bancos se lo permiten. Este monoteísmo del mercado amenaza y exalta la crisis.

P: ¿Sin que aparezcan fuerzas (económicas) ni poderes (como la ONU) ni dirigentes políticos capaces de intentar corregir este rumbo?

R: Y con el riesgo de estar llegando al límite ecológico. Una gran parte de los recursos del planeta no son renovables. El modelo los está agotando. Pensadores de talla y organismos como las Naciones Unidas vaticinan que las grandes guerras de los próximos lustros serán por el agua potable, que se va convirtiendo, cada vez más, en un recurso “raro”.

P: Difícil quedarse con este sentimiento de “sin salida”. En el laberinto en que se ha convertido el sistema y el planeta, ¿no hay opciones alternativas? ¿De dónde vienen las señales de esperanza?

R: Ante esta situación crítica, la solución vendrá del “Gran Sur”, donde desde siglos se han ido inventando, cotidianamente, soluciones, producciones alternativas, mercados regionales diferentes. Lo que ha permitido la sobrevivencia aún en condiciones desfavorables. A partir de ahí se encontrarán opciones globales válidas.

P: ¿Desenganchándose el Sur del Norte, como lo han propuesto en distintos momentos históricos pensadores “tercermundistas”?

R: Me parece esencial trabajar la teoría del caos, ley básica del universo. El caos, en sí, muchas veces y perdonando la redundancia, no es caótico, sino generativo. Cuando hay caos hay que buscar diálogo participativo, soluciones comunes. Y aquí quiero compartir mi convencimiento: la exclusión social puede ser el gran chance de los pobres, condenados a una alternativa que no cabe en el sistema. Tienen que pensar y proponer opciones. Madre de una gran creatividad ¡Debemos más que nunca escuchar al pueblo!

B. “La alternativa vendrá del Gran Sur” (L. Boff)

Introducción

La realidad planetaria que acompaña el fin del siglo deja mucho que desear desde la perspectiva del hombre y la humanidad. Las señales de una gran crisis aumentan.

De continuar en esta línea recta, ilógica y por momentos demencial, la viabilidad de la naturaleza misma - y de la existencia en su conjunto- peligran. Tal es la interpretación del teólogo brasileño Leonardo Boff, que en esta entrevista revierte todo fatalismo histórico y anticipa cursos probables de acción alternativa.

Boff analiza además las líneas centrales de sus dos próximos libros, a publicarse en los primeros meses del año 2000. Uno, sobre los veinte siglos de cristianismo, el otro sobre los 500 años de la dominación de Brasil - a partir de la colonización portuguesa - . Aspectos claves y complementarios para una relectura a fondo no sólo de la concepción cristiana del mundo sino también del compromiso histórico brasileño, latinoamericano y del Sur.  

P: Conclusiones alarmistas, casi fatalistas, surgen cuando se interpreta a fondo las señales de una realidad planetaria irracional, casi inmoral. Los enriquecidos, cada vez más ricos. Los empobrecidos, cada vez más pobres. ¿Hay salida a este laberinto globalizado?

R: Estuve en diciembre pasado en un seminario de reflexión conceptual organizado en Basilea, Suiza. Había muchos teóricos e intelectuales. Me sorprendió que casi, sin excepción, repitieran los conceptos de siempre, insistiendo en que las soluciones deben venir del Norte. No han aprendido nada, o mejor dicho, ¡muy poco!

¿Por qué digo esto? Porque no miran hacia abajo, hacia los pobres. No se dan cuenta de que las soluciones a largo plazo llegarán del “Gran Sur”. Olvidan que del norte nos han venido todos los “venenos”[2][2]. Piensan que nosotros somos tontos, que no tenemos grandes académicos, que no sabemos nada...

Si miramos hacia el Sur, hacia los pobres, vemos que en Brasil, en América Latina, en Africa... los pueblos han sobrevivido los últimos 500 años a partir de estrategias propias de resistencia. Y por eso debemos aprender de ellos. Cómo tratan la naturaleza, cómo se han organizado y movilizado... sin negar, por supuesto, los aportes de la ciencia. Pienso de cara al futuro en un paradigma más humanitario. Que demuestre más benevolencia hacia la naturaleza, incorporando todo lo que el avance de la ciencia - y el mismo capitalismo - ha aportado a nivel de infraestructura, tecnología, etc.

P: Nos acaba de anticipar, en una conversación previa,  informal, que en los primeros meses del 2000 terminará dos libros. El primero de ellos sobre los 20 siglos de cristianismo... ¿Cuáles son las tesis de base? 

R: Intento, en forma simple, en unas cien o ciento cincuenta páginas, analizar qué queda del cristianismo, sus sueños, su herencia y su capacidad de iluminar el futuro. Por otra parte, ubicar el cristianismo de colonización, que implicó la destrucción de todas las otras religiones, limitó la posibilidad de crear un rostro latinoamericano que al final se diseñó contracorriente. Ese análisis, sólo nosotros, desde Latinoamérica colonizada y recolonizada, lo podemos hacer con toda la riqueza crítica y analítica.

Por otra parte, me propongo rescatar el cristianismo “popular”, que es cultura y religión a la vez y desde allí percibir los múltiples rostros que puede tener el cristianismo globalizado de hoy. Tantos  rostros como pueblos y comunidades existen. Ese es el marco. A nivel teórico, voy a partir de las tres tentaciones de Jesús: la del poder político (dominación sobre los pueblos), la del poder carismático (transformación de las piedras en pan) y la del poder religioso (lanzarse desde el templo). Cristo superó las tres tentaciones pero la Iglesia cayó en las tres. Reconozco que tengo una visión muy crítica. Pero creo que es la forma más idónea de ayudar a rescatar el cristianismo de las tentaciones en las que cayó. El cristianismo es mucho más que su concretización en la Iglesia. Y debemos rescatar todo lo positivo.

Dentro de esa tradición hubo un filón que no cayó en las debilidades. Que ha guardado el carisma original de Jesús, el concepto de fraternidad, de participación, de espíritu de pobreza. Con San Francisco en el siglo XIII, con la Reforma que intentó rescatar muchas cosas esenciales –la dimensión laica, la palabra de Dios, la participación de la base ... Y volver al cristianismo popular, que demostró en América Latina ser una verdadera alternativa. Con la visión de una iglesia más movimiento que estructura. Como red de comunidades. Este tipo de cristianismo es globalizable. ¡El otro no! Es un trozo impuesto desde occidente y que cada vez será más un accidente.

P: ¿Esta reflexión significa un paréntesis del análisis ecológico que con tanta energía venía incorporando en los últimos años?

R: No. Es la prolongación de “Iglesia, Carisma y Poder”, incluyendo aspectos ecológicos. El futuro no lo tiene el cristianismo, sino la tierra y la humanidad. Entendiendo que el cristianismo, como otras religiones que guardan la llama sagrada de Dios, ayudan a preservar el futuro. Pero el centro, insisto, no es el cristianismo. Es la creación buena de Dios.

Por otra parte, interpretando al cristianismo como una forma mucho más policéntrica. Un cristianismo chino, otro coreano, otro europeo, otro latinoamericano. Cada uno con sus aportes. Imposible, por ejemplo, imaginar el cristianismo brasileño sin su condimento carnavalesco y musical...

P: El otro libro en proceso es sobre los 500 años de la colonización de Brasil... ¿De qué trata?

R: Lo estoy trabajando luego de haber desestimado una primera versión que no me gustó mucho porque era muy negativa. En síntesis, pienso que hay diferentes formas de ver el fenómeno histórico de la conquista. Algunos lo ven desde las carabelas, y para ellos todo es gloria. Es la visión del poder. Otros lo ven desde la playa, desde los indígenas. Y aquí se ve sobretodo la dominación y la destrucción de las Indias, tal como lo decía Bartolomé de las Casas. El otro enfoque, que defiendo, consiste en ver el proceso desde la playa pero integrando lo que resultó de ese choque de civilización. Que culminó en un sincretismo, en una mezcla de razas y religiones... Con su herencia de exclusión enorme que no hemos superado y que, por el contrario, se va agrandando.

Nosotros somos el hijo “no querido” de Europa... Quisieron llegar a las Indias y nos encontraron en el camino, por accidente. Y tal vez por eso somos los más rebeldes. Somos mezcla de indígenas, negros, asiáticos, europeos, pero nos sentimos brasileños y latinoamericanos, no europeos.

P: ¿Y de toda esta mezcla, ¿qué resulta como Brasil actual? 

R: Identifico tres modelos de construcción de Brasil. El de la globalización neoliberal, que implica la renuncia total de la soberanía y prolonga la experiencia neocolonial. El otro, el que surge del capital nacional, de una cierta burguesía que no logra distanciarse del paradigma occidental de desarrollo. Y el otro, en gran medida incorporado por las izquierdas, que concibe una nueva democracia popular, societaria, con una ciudadanía plena para todos. Apuesto a esto. Propongo una democracia socio-cósmica y ecológica. Una democracia que viene de abajo, que incorpora la dimensión religiosa como estructura objetiva del ser humano, ya que el pueblo es pobre y religioso a la vez y, además, tiene  un  deseo  enorme  de  participación.  Este  proyecto  puede crear un nuevo tipo de ciudadanía, abierto al diálogo y a la colaboración, en una sociedad mundial que está naciendo y que comienza por primera vez a perfilarse en la historia de la humanidad.

Hasta ahora había historias suizas, brasileñas, argentinas, etc. Ahora comienza la historia de la familia humana, con una casa común que es la tierra, que debe convivir en la diversidad y que integra esa diversidad no como decadencia sino como riqueza.

En cuanto a la dimensión ecológica de este tipo de democracia, implica la superación de nuestro etnocentrismo. Porque hasta ahora los grandes contratos y consensos sociales estaban únicamente centrados en la persona humana. Sin embargo, hay que centrarlos en la cadena de la vida. Que es única y sagrada. Incorporar a ese contrato social todo el sistema de la vida, los microorganismos, las plantas y animales y entenderlos, a todos, como nuevos ciudadanos de este planeta vivo. No hay que olvidar que todos ellos son mucho más viejos que el hombre, exigen todo nuestro respeto y merecen continuar viviendo.

P: Hace exactamente un año, en una entrevista similar,  había subrayado con gran énfasis la necesidad de una  nueva cooperación solidaria intraplanetaria, Norte Sur-Norte... ¿Dónde empalma este concepto en toda esta  reflexión en construcción?

R: ¡La estructura básica del universo no es la victoria del más fuerte y de la competencia! sino la colaboración y solidaridad entre todos. Implica una crítica violenta al capitalismo, al egoísmo, al individualismo, que pertenecen a la dimensión demencial del ser humano. Y que está potencializando en este sistema las fuerzas más destructivas e insolidarias... Apuesto a la sinergia y colaboración como ley básica. Permitiendo además que se incorpore la cultura popular, el calor humano, el sentido de la inclusión, de la adopción y de la composición por sobre la exclusión y la ley del más fuerte.

P: Bajando hacia lo terrenal cotidiano, para terminar, ¿cómo interpreta la resistencia de un sector de la comunidad internacional contra el liberalismo extremo expresado en la propuesta de Ronda de Milenio de la Organización Mundial del Comercio?

R: Seattle ha demostrado otro tipo de globalización, que viene por Internet. Interpreto las movilización en torno a la Conferencia de Seattle, de inicios de diciembre pasado, como la primera manifestación de un nuevo anti-poder global. ¡Por primera vez algo fantástico, articulado a nivel mundial! Y con gran inclusión de actores: desde los cristianos hasta los campesinos y obreros, pasando por jóvenes, sin olvidar los marginales, desempleados y sin techo.

Copiado de internet, de la revista ALTERNATIVAS, de los Dominicos

[1]Ndr. En Suiza ya hay juegos infantiles de inversión promovidos por ciertos bancos.

[2] Ndr. Forma caricatural que usa Boff para indicar la transferencia mecánica de los conceptos terminados en “ismos”, como capitalismo, comunismo, etc.

 

Desde 1995 © www.dhnet.org.br Copyleft - Telefones: 055 84 3211.5428 e 9977.8702 WhatsApp
Skype:direitoshumanos Email: enviardados@gmail.com Facebook: DHnetDh
Busca DHnet Google
Notícias de Direitos Humanos
Loja DHnet
DHnet 18 anos - 1995-2013
Linha do Tempo
Sistemas Internacionais de Direitos Humanos
Sistema Nacional de Direitos Humanos
Sistemas Estaduais de Direitos Humanos
Sistemas Municipais de Direitos Humanos
História dos Direitos Humanos no Brasil - Projeto DHnet
MNDH
Militantes Brasileiros de Direitos Humanos
Projeto Brasil Nunca Mais
Direito a Memória e a Verdade
Banco de Dados  Base de Dados Direitos Humanos
Tecido Cultural Ponto de Cultura Rio Grande do Norte
1935 Multimídia Memória Histórica Potiguar