Anterior Siguiente
Reflexión y análisis referidos a los derechos de la primera generación
En la actualidad, los derechos y libertades políticos para las mujeres se encuentran recogidos en textos nacionales e internacionales. Mas en la práctica se asiste a una mínima representación de la mujer en la esfera de la política y en puestos de decisión vinculados al poder. Para ello no bastaría más que revisar las estadísticas acerca de la cantidad de mujeres que ocupan cargos en las instancias de gobierno de cada país. Las causas de esta situación pueden analizarse a través de la dicotomía que establece la sociedad patriarcal entre la esfera pública y la privada. Así, los roles sociales asignados a los hombres corresponden al ámbito de lo público. Esto le permite generar y establecer relaciones sociales más amplias, con mayor cantidad de personas. Ver ampliado su espectro de posibilidades y oportunidades económicas, políticas y culturales. La mujer, permanece relegada en la esfera privada. Asociada a su casa, al ámbito de lo doméstico, su radio de acción se encuentra limitado comparado con el de los hombres. Y su mundo, obviamente, se reduce socialmente, en razón de las responsabilidades domésticas que tiene a su cargo.

El derecho de la mujer a su integridad física, incluyendo su autonomía, su sexualidad, y el control de su cuerpo frente a cualquier tipo de agresión en el ámbito doméstico familiar, es un derecho hasta el momento no recogido suficientemente y de forma explícitas en los textos internacionales de Derechos Humanos. Aunque figura en algunos normas internas de los estados, continúa siendo uno de los derechos más frecuentemente violados. Este derecho es uno de los derechos fundantes de la condición femenina. Por ello, son cruciales las reivindicaciones del movimiento feminista de exigir el reconocimiento del maltrato, abuso y acoso sexual en el ámbito tanto público como privado, en cuanto que hechos violatorios del derecho de la mujer a su integridad psico-física, a su integridad moral y a su libertad sexual.

En relación al derecho de la mujer a su integridad física, psicológica y sexual, es necesario indicar, además, la existencia de violencia hacia la mujer desde lo político, más específicamente desde el terrorismo de Estado. Se cuentan por miles los casos de tortura, violaciones y abuso sexual hacia prisioneras políticas y desaparecidas. Además de toda la problemática de las mujeres refugiadas, asiladas y perseguidas políticas.

La historia de la lucha por la igualdad de la mujer como persona, ha avanzado enormemente en Europa y Estados Unidos. Mientras en muchos países del Sur, persisten prácticas culturales discriminatorias y justificadoras de atentados contra la integridad física de la mujer. Pensemos en las formas de infanticidio femenino en India, China y los estados árabes; la falta de atención médica y cuidados maternos hacia las niñas en favor de los niños; etc.

La discriminación contra las mujeres en el ámbito de los derechos políticos se ejerce en el momento de elegir candidatos a los cargos con poder de decisión. Se las relega a puestos intermedios o secundarios, o a aquellos con poca probabilidad para ser electos públicamente.

La presencia de mujeres en cargos públicos es bastante reducida en todos los países occidentales. Y la participación de éstas disminuye aún más cuando se trata de puestos de mayor poder y alcance. En el caso de las mujeres que desempeñan papeles de responsabilidad, generalmente tienen asignadas tareas vinculadas a la cultura, la educación, servicios sociales o asistenciales. En mucha menor medida, encontramos mujeres desempeñándose en áreas como Relaciones Exteriores, Economía, Interior y Defensa.

Ambitos éstos, asociados exclusivamente a las tareas varoniles.

Esta división de tareas, obedece a ciertos estereotipos, discriminatorios propios de las sociedades patriarcales. Señalemos algunos:

  1. El carácter que se requiere en la política no es compatible con la femineidad. Las mujeres no son suficientemente racionales y fuertes. No pueden soportar demasiadas tensiones.
  2. Para decidir en situaciones críticas se considera que la mujer no responderá adecuadamente, debido a su emotividad.
  3. Las mujeres no pueden sostener el ritmo de vida social que requiere la política, por su deber hacia los asuntos familiares.
En España la mujer representa el 50% de la población española total y sin embargo se encuentra muy débilmente representada políticamente. ¿Es posible hablar de igualdad en estos términos? ¿Es realmente infranqueable la barrera que existe para la efectiva participación de las mujeres en la política?

El problema radica en que la desigualdad entre los sexos se da dentro de las organizaciones políticas de la misma manera que en la sociedad. Se reproducen así las formas discriminatorias.

Dentro del reducido campo de las mujeres que participan en política, muchas de ellas lo han hecho a partir de influencias masculinas. Siendo hijas de...; esposas de..., etc . Y muy pocas son las que han accedido a puestos de decisión por iniciativa totalmente individual. La mayoría de mujeres que se presentan en las listas partidarias han estado situadas en la segunda mitad de las listas durante las tres primeras legislaturas. Como cabezas de listas apenas figuran mujeres.

Todos estos casos podrían trasladarse a la experiencia de otros países, ya que la cultura política es todavía un espacio reservado a los hombres y sus decisiones. Y a través de ella, se preserva y reproduce una sociedad androcéntrica y subordinadora de la mujer.

Anterior Siguiente